JUANCHO

Nacido en 1968 en Ushuaia, Tierra del Fuego.

Toda mi vida tuve un vínculo con los caballos. Pertenezco a una familia inmigrante croata, y pionera en Ushuaia, establecida en la zona en 1910. Vinculada a los bosques y naturaleza fueguina. Tengo registro de compartir momentos y actividades con los caballos desde siempre, ayudando a mis tíos en las labores de campo, realizando expediciones por la Isla de Tierra del Fuego o jugando al deporte Nacional argentino: el Pato. Siento una conexión natural con ellos.

La experiencia de la cabalgata en el Lago Escondido involucra todos los sentidos y va más allá de la acción en sí. Te conecta con tu propia esencia, con nuestros orígenes en la naturaleza a través del entorno prístino fueguino, siendo el caballo el canal de conexión entre el ser humano y la naturaleza.

Comparto esta experiencia porque siento que puede ser muy enriquecedora y gratificante para todos los seres humanos. Me gusta que las personas que viajan hasta aquí tengan la oportunidad de conocer la tierra que me forjo y me brinda hogar, aún hoy en día, porque es una experiencia genuina, directa, de contacto real, espiritual y energético. Y creo que es algo que uno necesita por más que no se dé cuenta.

No me imagino haciendo otra cosa, siento que ninguna otra actividad me llevaría a este nivel de conexión, de poder conocer tu esencia, y que seas realmente quien sos, auténtico, como los caballos.

Me siento parte de este lugar, me resulta natural y me siento muy a gusto en él.

JOSEFINA

Nacida en 2000 en Rio Grande, Tierra del Fuego.

Desde muy chiquita mi papa me enseñó a andar, ensillar y todo lo que sabía sobre los caballos. Toda mi vida tuve una conexión muy fuerte con los caballos y la naturaleza, lo que más disfrute siempre es simplemente compartir tiempo con ellos, observándolos, maravillada por su belleza cruda y natural, su honestidad radical y su seguridad inquebrantable. Siempre fueron mi refugio, mi lugar de paz, amor y felicidad. Todos los días aprendo algo de ellos.

Son maestros por excelencia, me enseñan constantemente. A cada momento aprendo y me expando más allá de mis capacidades conocidas con su comportamiento y su carácter. Cada uno como individuo, y todos juntos hacen que mis días sean más hermosos en este lugar sagrado, al que le llamamos santuario, que compartimos.

Tenerlos cómo compañeros de trabajo es uno de los placeres más grandes de mi vida.

Poder estar compartiendo, junto a mi papá, con personas de todo el mundo nuestra bella manada de 20 caballos, con la medicina que cada uno trae, en el lugar ancestral de mi familia, se siente cada día como un sueño.